Entrevista a José Diego Ramírez

José Diego Ramírez, titiritero y director de A la Sombrita: “En ‘Los títeres de Caperucita Roja’ hablamos directamente con más de 500 años de tradición del títere de guante»

Con más de tres décadas en el mundo del teatro de sombras, José Diego Ramírez, titiritero solista, director artístico de la compañía A la Sombrita y amante sin condiciones de este arte milenario da un salto de técnica, expresión y dramaturgia en ‘Los títeres de Caperucita Roja’, su primer espectáculo con títeres de guante.

Una obra en la que revisa junto al maestro del títere napolitano, Gaspare Nasuto, el cuento clásico de Caperucita, rescatando todo su sentido original para hablar a las familias de hoy de atención, comunicación y cuidados. Para ello se vale de los títeres elaborados artesanalmente por Nasuto, que José Diego ha aprendido a manejar tras un intenso proceso de formación.

‘Los títeres de Caperucita Roja’ nació en las largas tardes de verano del Sur de España, en Andalucía, pero también integra en su espíritu a otro Sur, el de Italia. Un diálogo social, histórico y cultural que nos habla de sueños, anhelos y humor compartido.

 

-Pregunta: En ‘Los títeres de Caperucita Roja’ cambias tu registro tradicional en el teatro de sombras para pasarte al títere de guante ¿A qué se debe este cambio?

-Respuesta: Hace varios años que estoy enamorado del títere de guante, de larga tradición y muy popular en Andalucía. De hecho, siempre he intentado introducir en mis espectáculos de teatro de sombras algo de su ritmos y técnicas de manipulación. Durante la pandemia he leído mucho sobre él y, finalmente, me he decidido a hacer un espectáculo especial para conmemorar el 20 aniversario de A la Sombrita, que celebramos este año.

Entrevista a José Diego Ramírez

José Diego Ramírez, titiritero

-El títere de guante es exigente ¿te ha requerido el desarrollo de esta nueva obra una preparación especial?

Sin duda, los títeres de guante no son como los demás; son especiales y requieren de una preparación especial. Implican para mí como titiritero posturas nuevas, ritmos distintos… Por un lado, he recibido formación de Gaspare Nasuto, el maestro internacional del títere de guante tradicional napolitano. Por otro, he seguido un entrenamiento diario con un preparador físico, porque cada función supone pasarme una hora con los brazos en alto y no perder la voz.

Y ¿Qué aprendizaje te deja esta nueva experiencia como titiritero de guante?

Muchas. Por ejemplo, he tenido que desarrollar más el oído, porque no veo el patio de butacas como en mis últimos espectáculos de teatro de sombras. Además, tengo menos de un metro cuadrado para moverme, así que he tenido que concentrar toda mi expresividad y energía en las manos, dejando el resto del cuerpo relajado. El títere de guante es un estallido, con un ritmo asociado al tiempo de juego de los niños. Es muy diferente del teatro de sombras, más poético y deslizante. Realmente es toda una experiencia en la que concentro todo lo que he aprendido estos años.

Un espectáculo diferente en Andalucía

-Si hay un clásico en los cuentos infantiles es Caperucita Roja ¿Qué trae de nuevo esta versión?

En ‘Los títeres de Caperucita Roja’ recuperamos la historia original y la adaptamos al siglo XXI, pero no una versión edulcorada en la que la abuela hace yoga y el lobo es vegano, sino una que no adultera el auténtico sentido del cuento. Aquí, el lobo es malo, pero también muy divertido. Además, en este espectáculo contamos la historia de Caperucita de una forma tradicional, con títeres de guante de alta calidad. En este sentido, trabajar con Gaspare ha sido un acierto, hemos conseguido un espectáculo distinto de lo que se produce en Andalucía, por formato, por estética, por dramaturgia: este es el gran valor que aportamos a los circuitos.

-Y ¿Qué cuenta Caperucita Roja a las familias de hoy?

Las familias que acuden a verlo encuentran una historia en la que quitamos la culpa a Caperucita, que no es desobediente, es sólo una niña. Aquí colocamos la responsabilidad en la familia, que se olvida de ella y de la abuela. Queremos poner en tela de juicio el abandono que sufren algunos niños y mayores por quienes entienden que la mayor responsabilidad de su vida es el trabajo. Al final, a los niños los crían o educan otros y los mayores, cuando se hacen dependientes, molestan en el proyecto de vida.

-Entonces, ¿la risa forma parte del espectáculo?

Por supuesto. Es una obra muy divertida. Aunque no es un texto de humor, sino serio, los espectadores se ríen porque es un gran drama que ponemos en evidencia. El espectáculo dura 55 minutos y los niños de 3 años no se levantan ni para ir al baño.

José Diego Ramírez en Los títeres de Caperucita Roja

Caperucita y el lobo

– ¿Cómo se relacionan los títeres de esta Caperucita con sus referentes, el mítico Cristobita andaluz y el Pulcinella italiano?

Es cierto que Andalucía es el reino del títere de guante que viene de Cristobita, que es una variante del Pulcinella napolitano. En esta obra, hablamos directamente con el padre, el guaratelle, no con sus familiares. Esto quiere decir que tratamos con más de 500 años de tradición, de la que ha derivado todo el guiñol de Francia, el Dom Roberto de Portugal, el Cristobita en España y resto de títeres de guante tradicionales europeos.

El espíritu del Sur

-En la obra hay un trabajo muy cercano entre tú y Gaspare Nasuto ¿Cómo se entienden fuera y dentro del teatro el Sur de España y el Sur de Italia?

Este es otro de los grandes atractivos de ‘Los títeres de Caperucita Roja’, que en ella se fusionan la cultura, la historia y la antropología del Sur de España e Italia, Andalucía y Nápoles. En la convivencia con Gaspare Nasuto he entendido que somos idénticos: tenemos los mismos ritmos, los mismos sueños, nos asustan las mismas cosas… Unir todo esto en los títeres ha sido muy interesante, centralizándolo, además, en El Villar (Fuente Palmera), donde se ubica La Salita de Pocas Luces en la que hemos gestado esta obra, poblada en sus inicios por colonos italianos y alemanes. Lo hemos integrado todo y el resultado es genial: tenemos a un Pablito, tío de Caperucita que físicamente parece alemán, pero es profundamente andaluz; Pedro, la abuela y Caperucita parecen muy italianos… hemos jugado con la estética italiana en un evento que ocurre en Andalucía y respira espíritu andaluz. Tenemos a personajes sabios, con esa sabiduría de pueblo que huye de la máscara o el prototipo. Son andaluces, no imitan a los andaluces.

-Y estéticamente ¿Dónde nos encontramos?

‘Los títeres de Caperucita Roja’ nos lleva de viaje a 1.900, con un retablo precioso que asemeja a los antiguos baúles de viaje y unos decorados de telones pintados por el artista ecijano Jerónimo Díaz y una iluminación que imita a los candelabros de fuego, unida a tecnología LED “invisible” que asegura la visibilidad. Todo ello acompañado por la música original de Sulpicio Molina, que da un ritmo muy especial a la historia y anima al público a involucrarse.

-Después de esta experiencia ¿tienes la intención de seguir por el camino del títere de guante o volverás al teatro de sombras?

En el próximo espectáculo, volveré al teatro de sombras, aunque, realmente, no lo he abandonado, ya que lo que hemos abierto es una nueva línea de investigación, formación y producción denominada “Teatro de Pocas Luces”, aprovechando las residencias artísticas que podemos organizar en el CRAI (Centro Rural de Artes Interpretativas). Ya iniciamos esos trabajos colaborativos con la dirección y coproducción de “Los Tres Cerditos” con el titiritero chileno David Zuazola. Con él desarrollamos la técnica de títeres sobre mesa y escenografía móvil. Este segundo proyecto, nos hemos pegado a Italia, de la mano del maestro Gaspare, con la diferencia que esta vez he sido yo el titiritero intérprete. Seguiré investigando y aprendiendo sobre el títere tradicional de guante, el famoso: “títere de cachiporra” y es posible que en breve me lance de nuevo a un nuevo proyecto.

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